Amo y señor supremo de los orientales - aniquilador de los pueblos libres - exterminador de los ilustrados - emperador del ayuí - cogedor de primas - alcohólico caudillo de los valientes - clemente contra los vencidos - Dominatrix de pulperías - Lascivo republicano instruccionista - erradicador de monarcas y virreyes - Prócer de pija grande, más grande que la de San Martín (y Bolívar, obvio... aunque ya sabemos que ese la tenía chiquita).
Arguitas de Exodotos marchaba por las semiplanicies de la Banda Oriental junto a un grupo de sofistas que lo acompañaron hasta la muerte: Juan Antonium Lavallépulos, Riveron de Carpatia, Oribeates de Samos, Dámasos Antonius Larrañagas, y otro montón de coterráneos de las provincias-estados unidas, recorrieron distintas polis, disertando sobre temas tan ilustrados como valientes en las diversas ágoras de la región del plata. El Gran Jefe Helénico logró embellecer con su lengua de fuego a todo un pueblo, fue elevado al grado de Dios y sentado a la derecha del mismísimo Zeus Washington Varela.
Y, claro está, su fiel paladín, Ansínates, el moro, quien lo acompañó tras el éxodo a la polis de Paragüétades por ser acusado de corromper a los gauchos jóvenes y no querer tomar cicuta.
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